Esta técnica basa su eficacia en un ejercicio respiratorio determinado, y en la relajación que procura su ejecución. Se practica generalmente de pie o sentado.
Desarrollo:
- Con los dedos ligeramente separados, apoya la mano derecha sobre el ombligo y mantenla así durante todo el ejercicio.
- Apoya el dedo índice izquierdo en la zona central de la frente, mientras presionas con el pulgar izquierdo la aleta nasal izquierda y respiras por la fosa nasal derecha, metiendo el vientre el inspirar y sacándolo al espirar.
- Inspira lenta y profundamente y concéntrate en el aire que penetra en tu cuerpo a través de tu fosa nasal derecha (la izquierda permanece apretada por tu pulgar izquierdo).
- Cuando termines de inspirar, presiona también la aleta nasal derecha con tu dedo medio izquierdo.
- Permanece así un momento, con los pulmones llenos.
- Levanta el dedo pulgar y espire lentamente por la fosa nasal izquierda. La otra fosa nasal permanece cerrada.
- Permanece unos instantes con los pulmones vacíos.
- Inspira por la fosa nasal izquierda.
- Terminada la inspiración, presiona tu fosa nasal izquierda; repite las fases 2 a 8 unas diez veces.
Ya se trate de la fosa nasal izquierda o de la fosa nasal derecha, el esquema respiratorio es el mismo: espirar y después inspirar.
Nota: A pesar de que parece un poco complejo, este ejercicio se lleva a cabo en menos de un minuto, y acaba asimilándose perfectamente en muy poco tiempo. Pero, al principio es necesario repetirlo dos o tres veces al día; al cabo de una semana conviene practicarlo a diario por lo menos una vez, al mismo tiempo que se repite: “Me relajo... Me siento cada vez más relajado... Estoy completamente relajado”. Posteriormente, cuando la práctica permita una ejecución automática, basta con emplear la palabra “relajado”, mentalmente o en voz alta.